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Un largo viaje

  “Ecohéroes” ha sido un largo viaje de más de una década, a la busca de gente que marca la diferencia y hace algo positivo por el planeta. La aventura arrancó en tiempos benignos, cuando casi todos los medios tenían suplementos de medio ambiente, como Natura en El Mundo. Allí empezó la singladura, con una serie titulada “La otra América”, en compañía del fotógrafo y documentalista Isaac Hernández, con quien acudí regularmente a los encuentros de “Bioneers” en California, que fueron el germen de este libro. Isaac fue realmente el copiloto inseparable en este periplo compartido, capaz de acercarse a los entrevistados con la pregunta más personal y pertinente, o de alejarse lo justo para dejar constancia de nuestra presencia fugaz (como puede apreciarse en la serie de fotos que acompañan este texto).

    En España, mientras, mi amigo y activista Manuel Vílchez, con quien compartí un blog titulado “Yo Cambio”, me ayudó descubrir esa realidad paralela que se cuece en nuestras tierras y que rara vez sale en los medios. Las visitas periódicas a Biocultura me permitieron también tomarle el pulso a todo las tendencias que han ido ganando tracción en las últimas décadas. Las incursiones en Mallorca, a los encuentros de Educació per la Vida, me permitieron abrir el objetivo a otras partes del mundo.

     El tercer punto de apoyo fue el Reino Unido, donde llegué a tiempo para los Juegos Olímpicos y para el décimo aniversario del Proyecto Edén, uno de los ejemplos más fascinantes de regeneración ecológica del planeta. Desde las costas de Cornualles hasta las Orcadas en Escocia, pasando por el movimiento de transición en Totnes o las “increíbles comestibles” de Todormorden, la islas británicas me tenían reservadas grandes sorpresas.

    Todo estaba casi listo para dar alas al libro cuando de pronto tocamos fondo con la crisis financiera y recibí una consigna: “Olvídate de la ecología y dedícate a la economía”. Entramos en la era de la austeridad, los suplementos de medio ambiente desaparecieron del mapa. Pero instintivamente seguí adelante, fiel a un lema que me golpeó como caído del cielo: “La Economía es de Marte y la Ecología es de Venus; va siendo hora de que se pongan a trabajar juntas en el planeta Tierra”.

    En eso estaba, intentando imaginar todo el trabajo pendiente para la próxima década (y en campos tan diversos como la alimentación, la energía, el consumo, la educación o la vida en las ciudades) cuando sobrevino de pronto la pandemia. El cambio climático desapareció obviamente de los titulares, y cualquier intento de tender puentes entre la salud y medio ambiente cayó por su propio peso ante la tragedia humana, el caos político y el alarmismo diario.

    Pero decidí que no podía esperar más. “Lo impensable nos va a obligar a repensarlo todo”, fue el nuevo lema con el que decidí plantarle cara al confinamiento e intentar vislumbrar un rayo de luz a la salida del túnel. El resultado es este libro, tejido a base de más de cien entrevistas y encuentros, unido en el tiempo con otro que escribí en el ocaso del siglo XX, “La vida simple”, y que estaba pidiendo desesperadamente una continuación.

     En aquel libro intenté tender puentes entre el cambio personal y social; en este otro he procurado en lo posible desaparecer entre los ecohéroes y ecoheroínas, dejar que sean ellos los que hablen y los que marquen el camino con sus acciones, pero sin ánimo de pontificar. Como el padre de la teoría Gaia, James Lovelock, dice en el libro: “Tenemos que olvidarnos de salvar el planeta, porque él se salva por sí mismo como lo lleva haciendo desde que empezó la vida en la Tierra… Lo que debería preocuparnos es nuestro futuro”.

De James Lovelock a James Hansen, el precursor de la ciencia del cambio climático. De Greta Thunberg a Jane Goodall, en una entrevista a fondo a en pleno confinamiento. De la oceanógrafa Sylvia Earle al mayor biólogo vivo, Edward O. Wilson. De Vandana Shiva a Naomi Klein, de Jared Diamond a Satish Kumar, de Janine Benyus a Carlo Petrini… Las voces más reconocibles de la ecología se dan la mano en “Ecohéroes” con otros nombres no tan conocidos pero con historias apasionantes como el micólogo Paul Stamets (“Todos los hongos son mágicos”), el ecologista acústico Gordon Hempton (“El portavoz del silencio”) o el botánico gijonés Carlos Magdalena (“El mesías de las plantas”).

     Y así llegamos a nuestros ecohéroes autóctonos como el chef José Andrés, el pionero de la agricultura ecológica Mariano Bueno, el adalid de la “autosuficiencia conectada” Domingo Jiménez Beltrán, el arquitecto Iñaki Alonso, la pedagoga “verde” Heike Freire, la diseñadora Sybilla, el activista mallorquín Guillem Ferrer, al “abuelo” de los tejados Verdes Joan Carulla, el “señor de las higueras” Monserrat Pons y Odile Rodríguez de la Fuente, recordando la sabiduría de Félix.

    Todos ellos se alternando a lo largo de este libro-río que aspira a seguir creciendo con historias inspiradoras para estos tiempos inciertos. Inconscientemente, hay dos palabras que se repiten de principio a fin y que tienen la clave ante todo lo que está ocurriendo: resiliencia y regeneración. El último capítulo se titula  “Bendita inquietud”, en homenaje al libro con el que Paul Hawken celebra la labor de todos esos ecohéroes anónimos que tenemos a la vuelta de la esquina y que nunca saldrán en los periódicos.

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